¿Llegó como oropéndolas o sollozos rápidos, a curar mi soledad sin nombre? Es de noche en mi cama, como en todos los cuarteles de la soledad; y te oigo roer mi osamenta como un mal concreto, triste como la habitación de una prostituta cuando llueve…
Cuán atrincherada estas entre mis huesos… dejáte tocar, dejáte tocar…
Hacés gritar el silbato de mi corazón en vos; mujer venérea, dorada diosa del hastÃo, yo soy el baldÃo de memoria donde abandonas tus astucias de puñalada, vos, idónea del sangrarme…
¿A quién?
Ya anocheció emperatriz del ocaso, refugiada de otros bombarderos en los brazos del oro; incendiarás los combustibles ojos de mi alma, como una perfecta embajadora del desconsuelo… ¿Adónde ir a pedir tu silencio? Si en mis arterias se abren miles de boquitas, boquitas rojas, canÃbales y ciegas, goyeneches de tus amorosos oropeles…
¿Cómo escapar, a dónde? ¿Quién designa los escenarios de nuestro juego sin metas, ni medallas, ni sudor? ¿Cómo te gano el aire? ¿Cómo te respiro?
¿Adónde ir a morir esta noche, amor poquito?
cerca de la luna yace
extranjero
el pulso papel de tu nombre
los renglones como huesos fríos,
magentas de sangre vidrio hace milenios, un trago que no late la pupila de mi garganta;
te fuiste
no estabas
pasaste de mi piel llovizna a este dispar azul, pie tras pie soltaste amapolas,
perfumes centinelas, adjetivos tactiles:
avenida sesenta al fondo laten marmol
mis arterias de vos tan lejos.
cerca de la luna yace el entreabrir anonimo de tus pestañas disimiles, la canción que hace puñales en agosto tahur, tu pelo envuelto en el cromo de mi llanto.
cerca de la luna yace
despierto
el milagro de tu sexo ojos abiertos.