Caucásico de vientos
me pliego a las sombras que no cierran.
Se me caen los diamantes
-no los pierdo, los subasto-,
y lloro canciones impares
cuando algún fantasma se prueba
tus tercas escarapelas.
De mañana en blanco padezco extrañas influencias.
Y en azul redundo asteroides con albedrío de canino;
me subo a un trago duro para el fémur de mi sonrisa.
Mutación itinerante, hijo putativo de amigos adoptivos,
este nombre soy,
el tercer singular de mi persona.
(descorre el velo de esta tragedia y espera
si más humos que preseas
mi nacimiento)
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No
pequeña desgracia
no serás el epílogo de mi voz
no lograrás
partir el mármol incauto
que sostiene mis dedos.
No
pequeña y hermosa desgracia
brillarás hasta que la luna
floreciendo tras los sauces
me haga recordar
donde me dejé
cuando...
Las letras flamean
como bandera del cielo
y sin embargo
no
pequeña e ilusa desgracia
no serás
el envejecer de mi amor.
No puedo torcer el rumbo
Leí una vez
que cada presencia
aporta su cuota de soledad,
por eso
estás tan presente
que no alcanza ese sur níveo
ni ese beso
prófugo de nosotros
para tatuarme otra vez
en tus dedos...
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