"...naci para robar rosas de las avenidas de la muerte." Charles Bukowski
12.6.04
la palabra que es mi nombre
andar a la búsqueda de una sombra incoherente puede traer estas pérdidas. y todavía no empezó a amanecer.
La palabra que es mi nombre
rompe las colmenas de un cuerpo.
Hamaca agiganta colibríes.
El alias primera persona de lo que soy.
La voz cóncava que deletreo callado, el pulso nativo de mis plantas.
Crea sed donde hubo alquimia, túnel donde bocanada:
mi nombre codifica la avidez de mis suelas,
el doble creciente carnal de la locura:
un intenso orgasmo de violetas que solo quiebro cuando creo
el rastro de un incendio.
La palabra que es mi nombre no entiende
las coordenadas del insomnio o el veneno.
andar a la búsqueda de una sombra incoherente puede traer estas pérdidas. y todavía no empezó a amanecer.
La palabra que es mi nombre
rompe las colmenas de un cuerpo.
Hamaca agiganta colibríes.
El alias primera persona de lo que soy.
La voz cóncava que deletreo callado, el pulso nativo de mis plantas.
Crea sed donde hubo alquimia, túnel donde bocanada:
mi nombre codifica la avidez de mis suelas,
el doble creciente carnal de la locura:
un intenso orgasmo de violetas que solo quiebro cuando creo
el rastro de un incendio.
La palabra que es mi nombre no entiende
las coordenadas del insomnio o el veneno.
Eran apenas las 7 de la tarde, y tenía mucho tiempo para morirme si de verdad quería eso. Estiré los músculos, sentado en una mesa del Babel, y calculé cuánto plomo fundido pondría en mi lagrimal esta vez. Calculé cada uno de los gemidos que fundaron árboles en mi pecho, de dónde provenía esa irrefrenable sensación de arma entre los dedos.
Eran apenas las 7 de la tarde, y tenía mucho tiempo para morirme, si de verdad quería eso. Pero en cambio me levanté, hice un llamado póstumo a la solidaridad (S.O.S - save my soul or sacrifice me); apuré el trago justo antes de la primera lágrima, santa de tan puta.
NO HAY ENEMIGOS. NO HAY A QUIÉN DISPARAR HOY. NO HAY DE QUÉ HUIR. No hay armas ni amenazas cuando se vive la acabada fantasía de ser un solo. No hay amantes ni sangre en la pared; es todo una confusa procesión de soles y lunas y rostros y sexos.
Yo no era así (…this is not how I am…). Yo no nací con esta armadura que me protege haciéndome el más vulnerable; víctima de soledad, víctima de un mal extraño... ¿Víctima? ¿O simplemente recurso desesperado de un constante deja vu?
Eran apenas las 7 de la tarde, y tenía mucho tiempo para morirme, si realmente quería eso. Me tomé la cabeza entre las manos, caminando por las calles llenas de caras sin sustento. Quise peinar algo más que mi pelo y su desparpajo, quise volcar un tintero de broncas azules y lágrimas malparidas; y sólo me salió este poema, esta hoja desvaída que revolotea entre las postales de mis cadenas.
Son las 7 y media de la tarde en una ciudad de Argentina, en un cuerpo ardido por la fiebre, en los pasos que alejan. Son las siete y media en un oscuro bulevar de mi alma, y es mejor que morirse, después de todo.
Escriben y gozan y hacen el amor en los alfeizares derrumbados,
en cada tallo que remita un nombre de mujer.
Pandemonium de mariposas y sudor,
la mano de un hombre que escribe
planea sobre las cosas no dichas aún;
la mano de un hombre que escribe
funda pueblos esteparios en la piel que amó,
arde igual que claveles o muérdago
en los senos de las sonámbulas;
se clava como cometa en los corazones
de tránsito al dolor.
Mi mano que a veces escribe y otras te llama,
se pone su sombrero de fogatas hace tiempo,
remonta quinientas amapolas por las dudas,
se torna farolito de alumbrar tus pechos deslumbrados,
derramando poesía entre mi cama y tu ombligo.
Mi mano que a veces escribe y otras desgarra,
sabe
cómo no apagar el fuego.
Caucásico de vientos
me pliego a las sombras que no cierran.
Se me caen los diamantes
-no los pierdo, los subasto-,
y lloro canciones impares
cuando algún fantasma se prueba
tus tercas escarapelas.
De mañana en blanco padezco extrañas influencias.
Y en azul redundo asteroides con albedrío de canino;
me subo a un trago duro para el fémur de mi sonrisa.
Mutación itinerante, hijo putativo de amigos adoptivos,
este nombre soy,
el tercer singular de mi persona.
(descorre el velo de esta tragedia y espera
si más humos que preseas
mi nacimiento)
Leí una vez
que cada presencia
aporta su cuota de soledad,
por eso
estás tan presente
que no alcanza ese sur níveo
ni ese beso
prófugo de nosotros
para tatuarme otra vez
en tus dedos...